3 Sector monetario
La totalidad de las variables monetarias se vieron afectadas por la volatilidad inflacionaria transitada a nivel nacional a lo largo del último año y medio.
La totalidad de las variables monetarias se vieron afectadas por la volatilidad inflacionaria transitada a nivel nacional a lo largo del último año y medio. La finalización de los acuerdos de precios nacionales y la recomposición del valor real llevaron el nivel nominal de precios a un nuevo escalón, aunque la recesión y el ancla cambiaria y fiscal corrigieron el sendero nominal, inclinándolo marcadamente a la baja; en cuanto a los precios regionales, se advierte un movimiento convergente de los precios generales respecto del nivel general, consistente con la ley de precio único.
En cuanto a la base monetaria -es decir, la creación primaria y pública de moneda-, se desarticuló el principal foco de emisión, consecuencia del pago de intereses por las cuentas remuneradas en lo que se denomina emisión endógena de dinero1. La emisión para comprar reservas se mantuvo estacionalmente alta durante la primera parte del año en un contexto de decrecimiento de una condiciones iniciales favorables para la exportación, aunque se estancó en junio, dando paso a un segundo semestre de baja oferta estacional de divisas. El principal factor de expansión monetaria fue responsabilidad de la emisión de buena parte de los pases pasivos -ex LEBAC y LELIQ- absorbida por el Tesoro, en un enroque de deuda pública que pretende anular el impacto monetario del pago de intereses por los depósitos y convertirlo en un aspecto puramente financiero, correspondiente al flujo futuro de fondos y gastos del Tesoro Nacional.
Los ojos continúan puestos sobre el ancla fiscal, que produjo una apreciación cambiaria que modificó las decisiones de los exportadores y los importadores.
Las tasas de interés, por su parte, sufrieron una fuerte contracción producto del aumento inflacionario en simultáneo con una reducción nominal de las mismas, que las empujaron fuertemente hacia terreno negativo; esta medida no fue arbitraria sino que respondió a los desarrollos planteados por algunos economistas argentinos en el contexto de la hiperinflación de 19892, y se ejecutó en la actualidad en el contexto de fuertes controles de capitales, que permitieron inmovilizar los montos de los depósitos en el sistema nacional mientras este proceso ocurría.
En simultáneo, la contracara de la tasa de interés, es decir, los depósitos, cayeron fuertemente en el primer cuatrimestre del año, aunque muestran signos de recuperarse en términos reales, en simultáneo con la recomposición de la tasa de interés. Aunque se advirtió una baja en los préstamos hipotecarios.
Finalmente, los ojos continúan puestos sobre el ancla fiscal, que estableció un movimiento constante al alza del tipo de cambio rondando el 2% mensual, que provocó que, dado el aumento inflacionario ya mencionado, se produzca una apreciación cambiaria que modificó las decisiones de los exportadores y los importadores.
Es la generación de base asumida por la autoridad monetaria por la remuneración de los depósitos; en general, los regímenes de emisión endógena utilizan la remuneración de depósitos para la absorción del excedente monetario surgido de la creación primaria para comprar reservas internacionales.↩︎
Los economistas Almansi y Rodriguez (1989) plantearon que la reducción de la inflación mediante el superávit fiscal no es suficiente en el contexto de la remuneración de pesos, en un proceso que se conoce como de “creación endógena” de dinero. Mientras esta fuente de emisión se mantenga, sostienen, el superávit fiscal no sirve en tanto y en cuanto no supere al déficit cuasifiscal, que al ser creciente en el tiempo es insostenible. Estos enfoques continúan la línea encabezada por Sargent, que considera a la inflación de largo plazo como un fenómeno monetario pero de origen fiscal.↩︎